Miércoles y séptimo día de disfrute de este gran evento que esta siendo el Festival de Sitges, que aunque no hemos visto ninguna obra maestra por el momento, si que nos ha traído muchas películas buenas e interesantes y algún descubrimiento inesperado. Este día tuvimos algunos asuntos personales por la mañana, así que solo hemos podido disfrutar medio día, pero con algunas películas muy esperadas y que no nos han decepcionado.

 

Llegamos justo a tiempo para ver The weight, una película que no esperábamos ver, pero que al final tuvimos la ocasión, una de las recomendaciones más grandes de Ángel Sala en cuanto a cine asiático este festival. Pues la verdad, y no creo que sea cosa mía, es una película que nos podíamos haber ahorrado, aburrida y sin sentido, no solo por el ritmo, que es de lo más lento, sino por todas sus tonterías inconexas y por no tener un tema interesante, sólo fragmentos de la vida de una persona que no interesan mucho; alguno hasta acabó riendo de este drama moral.

 

Por suerte, antes de la siguiente película, asistimos a la mesa redonda con Dario Argento, uno de los grandes universales del cine fantástico y de terror; que nos contó un poco su vida y como había llegado dónde estaba y que respondió encantado algunas de las preguntas de los asistentes; aunque no reveló nada del otro mundo, una ocasión única en la vida.

 

Y pasamos a una de las películas más esperadas del festival, el live action de Rurouni Kenshin, con la cual disfrutamos muchísimo, una película que no decepcionó a los fans del manga/anime por saber mantener su mismo espíritu y estilo, y que también gustó a los fans del cine de acción en general por sus escenas tan bien coreografiadas, sus momentos de diversión y su estética tan chambara. Aunque no se haya terminado el festival, podemos decir que ha sido una de las mejores.

 

Empieza la noche con un Auditori llena hasta reventar, no cabía ni una aguja para ver una película que, en realidad, se estrenaba en cines el día siguiente, pero los fans de Tim Burton son como son y no querían perderse el poder ver Frankenweenie en el marco del festival; la película no aporta nada a lo que ya era el corto, tan solo le añade el 3D, unos muñecos más bien hechos, y algunas referencias al cine fantástico que nos hicieron pasarlo muy bien.

 

Acabamos el día con un poco de miedo después de haber visto la película de David Cronenberg e ir a ver ahora la de su hijo, además opera prima; pero salimos encantados con Antiviral, siendo todo lo que habían sido las películas míticas de David Cronenberg en su buena época, supongo que ahora el hijo está cogiendo el relevo de su padre y de una forma perfecta; aunque no sea asiática, me atrevo a calificarla de obra maestra.