La película más brutal que hemos visto este año en el Festival de Sitges es sin duda alguna The sadness, una película gore de Taiwan que se ve que ya venía con muchas reseñas al respecto, aunque nosotros no habíamos oído nada e íbamos a verla como una más, incluso siendo de Taiwan creíamos que sería algo bestia (por el tráiler sorbe todo) pero sin pasarse. Por supuesto, nos sorprendió, no sólo por el nivel de sangre y por tener una calidad bastante aceptable siendo del país que es, si no también por tratar el tema de la pandemia actual desde un punto de vista bastante original.
La historia empieza en un momento en el que el mundo está en plena pandemia, pero como es un virus que no tiene muchos efectos, la gente no está muy preocupada, nadie hace caso a los científicos, los gobiernos quieren que siga la actividad económica normal, etc. así que, excepto algún infectado que está confinado, el resto del mundo sigue su vida con normalidad (¿os suena la situación?). Los protagonistas son una pareja que al principio se separan para ir a trabajar y a hacer sus quehaceres diarios, pero justo después de la separación, el virus se descontrolará y empezarán a haber algunos casos extraordinarios en el que los infectados ya no presentarán sus problemas respiratorios, etc. sino que los efectos irán mucho más allá y desatarán los impulsos más básicos del ser humano, empujándolos a asesinar, violar, etc. primero con un caso, que más tarde se irá reproduciendo y asimilando a más gente, que seguirán siendo humanos y razonando (nunca zombies) pero serán incapaces de controlarse. En esta situación, nuestros dos protagonistas necesitarán reencontrarse en un Taipei casi de apocalipsis por culpa de la pandemia.
Por mucho argumento que pueda tener o que podamos intentar explicaros, se trata de otra película gore asiática, no un splatter como los japoneses, en los que la sangre está al servicio del humor y todo es tan exagerado que es completamente irreal, sino un poco (sólo un poco) más serio y más “verosímil”. Tampoco no es un gore de esos en los que el maquillaje y las prótesis lo son todo porque intentan enseñar lo máximo posible para dar asco a su público, aquí básicamente hay chorros y chorros de sangre, con alguna escena más subida de tono y alguna mutilación realmente currada.
Lo más importante para nosotros no es su nivel de sangre o de violencia (que también importa, por eso somos Katanas y Colegialas), sino lo que representa en cuanto a situación actual; por supuesto, es una exageración a lo bestia, pero desde la presentación de la película con una pandemia muy parecida a la nuestra y un gobierno cometiendo exactamente los mismos fallos que han cometido todo los gobiernos del mundo en su momento, hasta el degenerar hasta convertirse no en enfermos, sino a ver que simplemente las situaciones límites (en cualquier caso, no es necesario que se trate de un virus) desatan lo peor del ser humano, que siempre ha estado allí, pero lo reprimimos al contrario que los animales. Por supuesto, todo se presenta de una manera muy exagerada y con intención de escandalizar, pero el trasfondo lo hemos visto muy realista, comparado con lo que acaba de pasar en el mundo.
A parte de eso y como película, pues una gore con todo lo que podáis esperar del género; no solo toda la brutalidad que podáis imaginar (aunque como ya hemos dicho, muy poco comparado con el cine gore auténtico que hemos visto en otras ocasiones), sino también un ritmo de locos; a parte de un inicio dónde se nos tiene que contar en pocos minutos la situación mundial y todo el contexto, todo el resto de película es pura violencia y acción, con solo un par de momentos de descanso para hacer de transición entre localizaciones, tenemos la escena del metro, la del hospital, etc. cada una de ellas con distintos niveles y efectos de mutilación e incluso de violación (eso sí, no esperéis nada de sexo implícito, eso dejaría la película a otro nivel, aquí todo queda fuera de plano, pero es brutal en nuestra mente, igualmente).
Como ya os hemos comentado, con una factura bastante buena, sobre todo por tratarse de una película taiwanesa (no estamos acostumbrados) y no por el dinero gastado en ella, sino por el buen hacer y suponemos que algunos buenos profesionales que habrán trabajado en algunos aspectos.
En definitiva, The sadness le da una vuelta al género de zombies (o más bien dicho infectados) para ofrecernos una película como crítica de la situación que hemos tenido con el Covid en todo el mundo (no del virus en sí, sino de como se ha tratado por cualquier parte); sin decepcionar a los fans del género de zombies, ni a los del cine de terror en general, pero con un mensaje bastante potente.
- Lo mejor de la película:
Sin duda el momento en el que la pandemia empieza a derivar en algo más, pasando de una película muy tranquila a algo brutal en un segundo.
- Lo peor de la película:
Lo dicho, como película gore quizás ha quedado un poco floja, pero como tampoco teníamos ni idea de lo que íbamos a ver, muy bien.