Después de unas largas vacaciones, hoy seguimos con las reseñas del cine asiático que vimos en el pasado Festival Nits de Cinema Oriental, y lo hacemos con otra de las propuestas de Serie B del nuevo espacio creado por los organizadores del festival; y esta vez, aunque no lo hemos reflejado en nuestros particulares premios del festival, escribimos la reseña de la película más loca y más bizarra que vimos: Visitors, una especie de comedia de terror japonesa muy muy loca que resulta ser la versión extendida de un corto de mucho éxito (dentro de los circuitos de Serie B japonesa, claro).

La película empieza con unos amigos que van a visitar a un conocido suyo del que no saben nada hace un tiempo; cuando llegan a su casa, todo parece normal, pero el tipo tiene un zombie viviendo tranquilamente en una de las habitaciones; el zombie acaba infectando a algunos de los amigos; pero ahí se acaba el tema, cambiando de escena a un tipo secuestrado en un bar, con un zombie que se lo quiere comer, cuando aparece una de las chicas de la primera escena con motosierras en las manos que le ayuda a escapar. Al cabo de un tiempo, la pandemia zombie se ha extendido bastante sobre la Tierra, y ahora los zombies tienen una especie de guerra contra los humanos; a eso que el tipo del bar sobrevive sin meterse en la guerra ni estar del lado de ninguno de los dos, buscando a la chica que le salvó la vida; cuando la encuentra, ella también se ha convertido y vive junto con sus amigos zombies tranquilamente en un pueblo, llevando una calmada y respetable vida sin meterse con nadie. El tipo se llega a entender con ellos, incluso a convivir, les enseña una canción que compuso y los zombie se vuelven locos con ella, aficionándose al punk rock, pero la guerra continua y los humanos no los dejarán vivir en paz.

La película empieza como una malísima película de zombies de Serie Z, si viéramos la primera escena y nos quedáramos allí pensaríamos que es una de las peores películas de zombies que hemos visto nunca (y eso es mucho decir…), pero con los cambios de escena y de situación nos deja completamente descolocados; y ya cuando empieza la parte gruesa del guion se desatada la locura, con algunas escenas, personajes y situaciones que nos dejan loquísimos, para acabar con uno de los finales más surrealistas de los últimos tiempos.

Para los amantes del cine de Serie B, del gore o del splatter japonés, esta puede ser una de las películas que están intentando revitalizar el género, aportando algo diferente que el cine splatter japonés de los ’90 al que estábamos ya tan acostumbrados; incluso así no os penséis que es una película gore sin sentido, creemos que aporta un gran mensaje de amor y esperanza en general, así como de pasión por la música.

Visualmente, a parte de ser una producción sin presupuesto alguno y de una imagen bastante amateur (ojo, la imagen general y la fotografía, que la dirección tiene sus puntos buenos), tiene todo lo que podáis necesitar para considerarla una película totalmente bizarra y quizás llegar algún día a película de culto: zombies, vómitos verdes como aspersores, mucha sangre, decapitaciones, gordos en ropa interior, brazos motosierra, cazadores de zombies molones y punk rock para animar el cotarro.

Argumentalmente, quizás en un primer visionado puede parecer muy confusa, ya que te fijas más en las bizarradas y en todo lo que no cuadra que en intentar buscarle un sentido a la historia, pero si os atrevéis a repetirla, os daréis cuenta del sentido que va cobrando y de su mensaje de convivencia (quizás motivado por todos los extranjeros que están entrando en Japón, cuando hace no tanto tiempo era un país cerrado y receloso).

En definitiva, no deja de ser una película gore de Serie B, mucha sangre, personajes completamente fuera de control y todo muy bizarro en general; pero con su duración de 1 hora justa y su guion sin demasiadas pretensiones, llega a sorprender a cualquiera que la vea, algo así como cuando el cine gore empezaba a verse hace un tiempo.

• Lo mejor de la película:

Un final surrealista y la aparición de Lloyd Kauffman (el padre de la Troma).

• Lo peor de la película:

No deja de ser una película cutre.