Antes que nada, me perdonaréis y ya se que llevo algunos días sin actualizaros la información sobre el Festival de Sitges, y la verdad no es que me haya vuelto vago, ni que esté de maratones de cine y empalmando cada día, la verdad es que me he puesto enfermo y he tenido que pasar algunos días en cama con lo que me he perdido alguna película asiática que quería ver como Moonshon shotout o Shield of straw, y también alguna no asiática pero muy bizarra que me hacía ilusión, como Machete kills, Demon’s rock o Frankenstein’s army; de todos modos intentaré recuperar las asiáticas para comentároslas, y hoy os cuento como pude acercarme a Sitges el sexto día para probar suerte, sin legar a ver ningún películón, pero reencontrándome con los amigos, conociendo a una nueva fanática del cine asiático muy simpática llamada Cristina y llenándome de nuevo del espíritu del festival antes de pasar otro día en la cama. Por supuesto hemos bajado un poco el ritmo de películas, intentando ir a casa por la noche y ver sólo lo que de verdad nos vaya a interesar, así que no esperéis gran cosa.
Así que empezamos por Real de Kiyoshi Kurosawa, una película de ciencia ficción de la que todo el mundo habla muy bien y que, en teoría supone el retorno y la reinvención de un director de esta talla; la verdad es que como premisa está muy original, y todo el tema de los sensings está no sólo bien pensado, sino que te involucra mucho en los personajes; pero cogiendo el guión entero como una historia de intriga y que intenta dar muchos giros para despistar al espectador, lo vimos bastante previsible todo él, desde el principio estaba claro todo lo que iba a pasar y eso nos arruinó bastante la película.
Nos quedamos todo el día en El Retiro, ahora para seguir con una filipina llamada On the jobs, y aunque sea filipina y con un presupuesto no muy alto, debemos decir que fue lo mejor del día. Se trata de una película bastante política, reivindicando algunos de los trapicheos más sórdidos de las clases dominantes del país, con asesinos a sueldo, policías, dinero de bajo mano, informaciones confidenciales, intermediarios que saben demasiado… en fin, todo lo que contiene normalmente una película de este tipo; y aunque no tenga un ritmo muy frenético ni unas escenas de acción espectaculares, si no que más bien se vea como algo realista, te capta el interés en todo momento, con un estilo de dirección impecable, unos movimientos de cámara (muchos de ellos cámara en mano) que te acercan a todos los rincones, y una ambientación que te deja atrapado; en general una película muy disfrutable a pesar que no somos demasiado de tramas políticas.
Y ya por la noche decidimos que aun tenemos fuerzas para quedarnos a ver Only god forgives, la nueva de Nicolas Winding con Ryan Gosling, aunque ya nos habían avisado que no tiene nada que ver con Drive. Empezamos con Buskin, un corto turco que nos presenta su propio director y que nos trae un poco de gore satánico, sin ningún tipo de pretexto. Justo después vemos una imagen de Nicolas Widing desde su hotel disculpándose por no poder estar en el festival, empieza la película y si que es verdad que vemos una fuerza muy grande tanto en sus imágenes, como en su concepto, con una historia típica de venganza en Tailandia, con unas escenas que pretenden ser violentas, pero sólo lo son figuradamente, no hay mucho contenido explícito; así que como espectáculo visual no está nada mal, sobretodo nos dejó fascinados el hotel; pero como película, aun le falta mucho para llegar a ser algo con cara y ojos.
Y os dejamos, a ver si conseguimos ver la masterclass de Takashi Miike y así os la podemos contar.