Daimajin, la revolución del kaiju

Daimajin

Seguimos con nuestro repaso de los clásicos imprescindibles del Kaiju eiga japonés, y lo hacemos con algo bastante distinto a lo que estáis acostumbrados en este género; Diamajin, más que una película, una trilogía (más una serie de televisión). Aunque en verdad, si intentáramos ser precisos, no definiríamos la película como un Kaiju, sino como un chambara, ya que su argumento es completamente el de una película de samuráis, y el monstruo es sólo como un complemento. La película salió tan sólo un año después de la primer parte de Gamera (ambas de la productora Daiei), ya que no habían conseguido eclipsar al gran Godzilla haciendo casi una copia de éste, intentaron una aproximación al género mucho más original.

 

Daimajin
Un gran chambara

La película trata sobre la población que vive en la falda de una gran montaña de Japón, la vida transcurre bien gobernados por una familia bondadosa, a no ser por el Dios de la montaña, que a veces se enfada y todo el poblado tiene que realizar los rituales pertinentes para calmarlo. Cierto día, durante un momento de cólera del Dios, unos samuráis atacan a la familia gobernante, liquidando a todos menos a los dos hijos pequeños, y sometiendo al pueblo sin ningún tipo de piedad para crear una gran fortaleza. Pasan los años, y los dos niños, que han estado escondidos con una sacerdotisa, en una cueva muy cerca de la estatua del Dios de la montaña, se hacen mayores y deciden ir a ver que ha pasado con su pueblo; pero tanto el chico como su protector son apresados después de ver lo mal que está su gente. Los malvados samuráis se enteran de dónde había estado el chico, y se dirigen a buscar a su hermana y destruir la estatua del Dios, pero ésta no se quedará impasible y un temible Dios vengativo despertará para acabar con todos, casi sin hacer distinción entre buenos y malos.

 

Como decíamos, al película es completamente un chambara, y si no supiéramos de qué trata en realidad, hasta el último momento habríamos pensado que era una guerra entre samuráis; pero sólo en la última parte del metraje (ya casi en el final), cambia de rumbo completamente y se convierte en un kaiju en toda regla, incluso más agresivo de lo normal, si esto es posible.

 

Daimajin
Un monstruo infernal

Como chambara, la historia es bastante común, previsible y sin sorpresas, pero no por eso deja de tener interés, ya que está muy bien narrada y se nota una gran afición por el género por parte del director Kimiyoshi Yasuda, quien ya había dirigido grandes del género como algunas entregas de la saga Zatoichi o Yokai monsters, y quien demuestra que se mueve como pez en el agua dentro de éste género, pero aquí tenía un encargo algo distinto y, precisamente por elegir un director cómo éste, se ha logrado una película que no fuera una copia de Godzilla como todas las que se presentaban en esa época.

 

Como kaiju, ya hemos contado que tenemos sólo una pequeña parte de la película dedicada, pero es verdad que durante todo el resto de la historia, además de la trama normal, se va creando un interés y una obsesión muy grande por este Dios. En cuanto Daimajin entra en escena, la película cambia de registro completamente, y se vuelve de una película algo más histórica a otra completamente de terror, con un monstruo imparable con sed de venganza, que no sólo quiere alimentarse o destruir una ciudad, si no que va a atacar a las personas que encuentra con unas ansias desgarradoras, hasta que acaba con el jefe de los malos de una forma tan cruel, que ni aun humano se le habría ocurrido. Aquí cambia incluso el ritmo, música, etc. y todo se vuelve mucho más frenético, con un cielo de color rojo sangre, un ambiente lleno de viento huracanado, terremotos, etc. para que se note que no es un simple monstruo gigante, sino que es todo un Dios y que aquí ya no hay posibilidad alguna de detenerlo, ya que el ejército sólo dispone de katanas y algunos rifles.

 

Y como colofón, también nos alejamos de las metáforas anteriores sobre la guerra, las armas nucleares, la ciencia, etc. y nos metemos en el mundo de la mitología, algo que se tenía por superado en una sociedad moderna y que aquí vuelve a resurgir para aterrar a todos los espectadores; de una forma clásica, pero completamente reinventada. Con unos efectos especiales que no se basan sólo en el látex y las maquetas, sino que se juega mucho con los ángulos de cámara, reproducciones gigantescas, etc. e incluso innovando y atreviéndose con una película en color; no consiguió ni mucho menos el éxito de Godzilla tal y como querían sus productores, pero sí que se ha convertido en un buen referente del género y en todo un icono del cine japonés.

 

 

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