Monster seafood wars, cuando el sushi quiere destruir la ciudad

Monster seafood wars

Este año nos hemos alegrado mucho con el Festival de Cinema de Sitges ya que, aunque no haya habido una sesión Japan Madness (nuestro momento favorito del festival) como tal, sí que hemos tenido al menos una película loca japonesa, acompañada de otra locura no asiática. El experimento en cuestión se llama Monster seafood wars y es la última película de Minoru Kawasaki, un viejo amigo de Katanas y Colegialas que nos ha dado muchas alegrías cinematográficas. Como ya podéis imaginar estamos delante de un kaiju eiga, pero no de uno clásico ni siquiera de una versión moderna, sino de algo completamente distinto con lo que ya había trabajado el director y que se va mucho más para el humor absurdo.

Monster seafood wars
La batalla monstruosa

Todo empieza con un joven que lleva un poco de marisco del bueno a un templo para ofrecer a los dioses, más concretamente un pulpo, una sepia y un cangrejo; pero resulta que ese mismo joven había estado trabajando en un invento para aumentar el tamaño del pescado, así que de camino al templo, su caja con marisco desaparece y al poco tiempo aparecen precisamente un pulpo y un calamar gigantes peleando y destruyendo media ciudad. Por supuesto, las primeras sospechas recaen sobre el joven, pero él inmediatamente se dirige al SMAT (Seafood Monster Attack Team) para intentar ayudar a detener esta amenaza. El equipo se compone de diferentes personalidades de distintos campos y cada uno piensa distinto, así que entre tanta discusión nadie hace nada contra los monstruos. Al final decidirán que la mejor solución es cocinarlos como sushi y el chico (que sabe mucho de cocina) tomará las riendas del equipo para intentar crear una olla gigante dónde cocinar a los monstruos.

Por supuesto viendo el poster, las imágenes y el tráiler ya sabréis que se trata de un kaiju eiga (una película japonesa de monstruos gigantes), pero a diferencia de otros títulos del género, en éste los monstruos no tienen la menor importancia, sólo actúan como elemento casuístico y desternillante; aquí todo el protagonismo lo tiene el humor, y no es un humor físico ni inteligente, sino que se trata de humor absurdo basado sobre todo en los diálogos de la película y lo absurdo de una situación como ésta. También hemos visto un gran papel protagonista en la cocina japonesa, o al menos está muy presente en todo momento.

Monster seafood wars
El equipo SMAT

Por supuesto, nos partimos de risa sólo ver a los monstruos luchando entre sí y entre maquetas, básicamente por lo infantil de los diseños (de un látex ultra brillante y con esos ojazos gigantes…) y toda la primera parte dónde se nos presenta la situación es bastante correcta y simpática, pero luego la película tiene muchos altibajos, con momentos bastante aburridos. Por suerte no está narrada de una forma lineal y convencional, sino que mezcla película con partes de informativos, opiniones de testigos, influencers en Youtube, etc. ante todo para reflejar la actualidad informativa de nuestra sociedad. Y no sólo eso, sino que el grueso de la película se sitúa en las discusiones entre expertos, sobre cómo acabar con los monstruos; unas discusiones muy tontas e ilógicas que nos harán reír bastante, pero que nos recuerdan a otras películas similares como Shin Godzilla o Monster X strikes back (del mismo director que ésta) dónde se criticaba a la sociedad japonesa tan bien estructurada, pero tan poco flexible y tan burocratizada.

Las actuaciones de los protagonistas, pues como en todo este tipo de películas son exageradas y demasiado cómicas, ese estilo japonés que domina en el cine de humor y que quizás aquí nos cueste más de entender o de aceptar que eso es actuar, pero que se basa mucho en el humor más básico e infantil (lo que aquí serían los payasos).

Y en cuanto al director Minoru Kawasaki (Kalamari Wrestler, Kani goalkeeper) ya nos tiene acostumbrados a este tipo de películas destacando mucho lo especial de los individuos con exageraciones de tamaño monstruoso e historias completamente idas de olla; quizás aquí lo vemos un poco más contenido o menos infantil y por eso la película no acabará de cuajar entre sus fans más fieles.

En definitiva, una película de humor absurdo bastante loca, pero no al nivel de sus otros trabajos, con momentos completamente desternillantes y personajes únicos, pero con una historia algo más reivindicativa y vista en los últimos años.

  • Lo mejor de la película:

Sigue siendo una grata sorpresa para los que quieran reír un poco, sobre todo los primerizos en este director.

  • Lo peor de la película:

Algún momento de mucha charla un poco aburrido.

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