Quizás no haya sido una de las películas más esperadas del año, ni siquiera soñábamos en que fuera un peliculón, pero siempre es bien un nuevo trabajo de Donnie Yen, y en este caso con Enter the fat dragon, aunque nos esperábamos un remake del clásico de Sammo Hung y no lo haya sido para nada (sólo tienen en común el título); de todos modos, como es de costumbre, no hemos dejado de disfrutar de una buena película de artes marciales con mucho humor, así que aunque no fuera lo que esperábamos, hemos quedado satisfechos con ella.
El protagonista es un policía muy motivado, con una novia actriz y que siempre intenta hacer todo lo que puede para hacer bien su trabajo y proteger a la gente; se esfuerza tanto que es un incordio para sus compañeros e incluso para su novia, así que acaba perdiendo la novia y el trabajo (y relegado a un almacén de pruebas); allí va perdiendo la forma física y la motivación, convirtiéndose precisamente en lo último que quería ser, un gordo desmotivado. Hasta que su jefe, como para deshacerse de una misión que nadie quería, lo manda a Japón para proteger a un testigo que está un poco mal de la cabeza; una vez allí, el testigo se escapará, pero nuestro protagonista se dará cuenta de que en realidad era mucho más de lo que parecía y así, investigando, con la ayuda de su contacto en Japón y con muchos líos que se irá encontrando allí, acaba metido en los tráficos de droga de la mafia, enfrentado a unos peces gordos y ejerciendo de nuevo como policía de los buenos.
En realidad la película tampoco es muy original, es una comedia al uso de policías, como podría haberlo sido cualquier blockbuster de Hollywood con alguno de esos actores gordos que tanto hacen reír a mucha gente; pero aquí lo más destacado es poder ver las perfectas coreografías de Donnie Yen (y hay algunas que se salen), ejecutadas por una versión de si mismo con bastantes quilos de más y muy graciosa; también con mucho humor local, sobre todo por las diferencias entre chinos y japoneses, no diferencias históricas, sino culturales y su manera de hacer las cosas completamente distinta.
Como hemos dicho ya, la parte de acción es perfecta, con coreografías marciales de las mejores y con un buen presupuesto que ayuda a que todo se vea mucho mejor. No se trata de una película de acción propiamente dicha, la clasificaríamos más bien dentro del género de humor; así que tampoco tenemos acción en todo momento o unas escenas que se pasen de tremendas; aquí la acción está introducida en los momentos necesarios y tenemos algunas escenas más tontas (aunque muy bien preparadas) y otras de puras artes marciales.
Donnie Yen (Ip Man, 14 blades) ya sabréis que no es un actor de primera, sino un luchador que actúa lo que puede, pero debemos reconocer que contra mayor se hace, más va aprendiendo en este campo y poco a poco va haciendo alguna película que sí requiere de dotes interpretativas (como Ip Man). En ésta no es que tenga que hacer un papel complicado ni actuar mucho, más bien basta con un poco de sobreactuación cómica, pero sí que le hemos visto como mínimo distinto de sus papeles de tío sin emociones ni cambiar la cara por nada, que algo es algo y le reconocemos el mérito.
Con dirección de Wong Jin (God of gamblers, Last hero in China) quien también actúa en un papel completamente cómico y, por supuesto la dirección de acción bajo la supervisión de Donnie Yen, pues poco podía fallar.
En definitiva, una película muy divertida (humor chino del más llano y sencillo) con el añadido de tener alguna muy buena escena de acción y de poder ver a un Donnnie Yen muy gordo repartiendo tortas como panes (un espectáculo bastante peculiar), se le hará bien de ver a todo el mundo.
- Lo mejor de la película:
Por supuesto, las escenas de artes marciales.
- Lo peor de la película:
Poca cosa, quizás algunas tonterías con la novia.