En los últimos años, el Festival Nits de Cinema Oriental está colaborando con la Cutrecon (ese festival de cine malo y sesiones divertidísimas) para ofrecernos alguna película asiática (o más o menos) de lo más cutre que nos podamos encontrar para echarnos unas risas en sesiones golfas solo aptas para los amates de lo bizarro. Este año la película elegida fue una de la que se ha estado hablando bastante últimamente (dentro de sus reducidos círculos, claro); New York ninja fue una producción de los ’80 que John Liu (un actor taiwanés de películas de kungfu de bajo presupuesto) intentó dirigir, protagonizar y producir sin demasiado éxito, dado que la película se quedó en el limbo sin ver la luz, ni siquiera ser montada, hasta que actualmente el colectivo Vinegar Syndrome la ha podido recuperar y editar cómo ha sido posible para mostrarla al mundo como la rareza que es.
La trama es bastante sencilla, en un Nueva York bastante desolado y dominado por bandas de gamberros que aterrorizan a la población, una de esas bandas dominada por un capo misterioso (y con unos gustos algo raritos), se dedican a secuestrar mujeres (unas mujeres concretas, no a todo el mundo) para la trata de blancas. En uno de esos secuestros, una mujer es testigo del crimen y antes de que acuse a los culpables es asesinada, pero ésa resulta ser la esposa de John Liu quien, para colmo, estaba embarazada, así que cuando se entera, fenece de ira, agarra sus dos katanas y su kimono blanco y se convierte en el ninja justiciero de Nueva York, y ayudado por sus amigo reporteros se dedica a perseguir y eliminar a todos los gamberros de la ciudad hasta encontrar a los que mataron a su novia. Y poco más que contar…
Ya veis que la historia es bastante típica de la época, pero eso es sólo el inicio de la película, casi todo el grueso del metraje se soluciona con el ninja llegando a lugares chungos de la ciudad de Nueva York, encontrando a un grupo de maleantes y luchando con ellos hasta abatirlos, además de enseñarnos un poco a los malos que hay detrás de todo el montaje, una gente sin demasiado sentido dentro de la historia y que son raros porque sí, pero que le dan un toque aún más bizarro a la película.
Por supuesto, se trata de una película de Serie B en toda regla, sin ningún tipo de inversión, suponemos que incluso sin permiso para filmar y rodando en lugares escondidos para que no les pillaran y les metieran una multa, acabando las escenas lo más rápido posible; con gente que dudamos ni que sean actores, sino amiguetes de John Liu o espontáneos que se apuntaban a la película por pura diversión, todos con máscaras y disfrazados, no para dar miedo, sino para poder repetir papel con otro personaje con un disfraz diferente; e incluso con un protagonista que, en teoría era un actor y llevaba bastante tiempo en el mundo del cine, pero que es nulo tanto en sus actuaciones, como en sus habilidades marciales.
Todo esto hace que la película sea un completo despropósito cinéfilo, con la que uno no puede hacer otra cosa más que reírse de lo ridículo que queda todo (excepto el poster o portada, que es muy molón). Si añadimos que no hay ninguna estructura ni coherencia en los hechos, tan sólo un tío disfrazado de ninja dando patadas a todo el que se encuentra, una lucha en cada escena, unos movimientos casi de robot, con un protagonista que tiene cero flexibilidad, los maleantes yendo contra él de uno en uno, porque el pobre no sabe luchar contra varios adversarios, algunas escenas con el ninja en patines, o saltando entre las altas vías del tren casi como un cartoon (por enumerar alguna de las ridículas escenas), y un final en el que, casi por casualidad, dan con los malos, se infiltran y se enfrentan a ellos sin ningún problema; pues tenemos no una película, sino una especie de demostración de lo cutres que pueden ser las artes marciales si alguien se lo propone. Pero en los ’80 en USA estaban muy de moda las películas de ninjas, llevadas por algún japonés que se atrevió a adentrarse en Hollywood y por la Canon (que hizo un trabajo muy intenso), y cualquiera se creía que con poner un ninja dando patadas, una película podía triunfar, aunque no tuviera guion ni a nadie que supiera como filmar escenas de lucha.
En definitiva, una película que en poco tiempo se ha convertido en cine de culto, en un auténtico descubrimiento para los amantes del cine cutre más malo, pero sobre todo con una gran historia detrás de su producción (que es lo que nos gusta a este tipo de público), con algunos momentos para recordar y añadir a los videos de Youtube con lo peor del cine. Todo perfecto para hacer historia.
- Lo mejor de la película:
Unas risas de las buenas, al menos al principio hasta que te cansas de siempre lo mismo.
- Lo peor de la película:
Tanta escena completamente igual y sin sentido se hace un poco larga.