Gracias al Festival Nits de Cinema Oriental, este año hemos podido ver una muy buena exclusiva, algo que ni nos habíamos imaginado: la ultimísima película del gran director bizarrisimo japonés Yoshihiro Nishimura (que además vino en persona a presentarla y recoger un premio del festival a toda su carrera). Tokyo dragon chef es una película algo distinta a lo que el director nos tiene acostumbrados, pero aun así mantiene todos los elementos que suelen aparecer en sus películas y en las de toda esta ola de directores japoneses locos que llegó hace unos pocos años.
La historia empieza con un yakuza recién salido de la cárcel; un compañero suyo va a buscarlo y empiezan a recordar viejos tiempos y a hablar sobre el futuro, viendo que la banda ya no existe, el expresidiario le comenta que ha aprendido a hacer ramen en la prisión y que le gustaría montar un bar de ramen juntos. Después de convencerlo, alquilan un local y montan su bar, viendo que el yakuza es capaz de hacer unos ramens buenísimos; al principio no tiene mucha clientela debido a la zona dónde lo han montado, pero un día llega un famoso youtuber por casualidad y recomienda el local en su canal, con lo que empiezan a venir muchos clientes. Gracias a la fama que van cogiendo, otro par de yakuzas de una ex banda rival, piensan que pueden hacer lo mismo y abren un food truck justo delante, sirviendo no la comida más buena, pero sí unas raciones exageradamente abundantes, con lo que también atraen a algún influencer y se llevan a todos los clientes del bar. Las dos parejas de yakuzas se pelearán por ver quien tiene más clientes, pero también hay por allí una banda muy extraña de hombres obsesionados con el significado de los ojos que ya habían acabado con mucho yakuzas y se querrán enfrentar a esta nueva amenaza.
Lo primero que tenemos que deciros respecto a esta película es un aviso para los fans de Yoshihiro Nishimura, qué ya sabéis como suelen ser sus películas y qué encontraréis en ellas; pues olvidaros de cualquier idea previa, porque esta película es completamente distinta a cualquier de sus anteriores trabajos; sí que tendremos aquí esa locura japonesa y ese humor absurdo super exagerado, pero lo que no veréis aquí de ninguna de las maneras es su dosis habitual de splatter, casi ni sangre habrá, así que no es para los fans del gore más brutal, pero los amantes del cine extremo encontrarán otros alicientes muy buenos para verla.
La película es básicamente de humor, así que no esperéis ni encontrar siquiera escenas de acción; pero en cuanto a humor, tenemos una buena mezcla, entre humor absurdo japonés, diálogos completamente estúpidos, incluso alguna escena de baile y cante al más puro estilo bollywood, mucha actualidad con los youtubers, influencers, etc. y alguna escena algo más bizarra de lo normal (como la organización que persigue a los yakuzas y su peculiar estilo) y ese universo imaginario con unos visuales muy característicos; todo ello con el más puro estilo japonés, los que ya conocéis el humor nipón, ya sabéis a que me refiero, y los que no, probadlo, porque no se puede describir con palabras, se tendría que hacer un estudio completo sobre el tema.
Lo más importante y destacado, además de un guion absurdo a más no poder y de todo ese humor que os hemos contado, son sus personajes, incluyendo a arquetipos de las típicas películas de yakuza (aunque aquí con otro papel y otras aspiraciones), pero también esos personajes locos y surrealistas que sólo Nishimura sabe imaginar, entre ellos los influencers, la organización de los malvados y algún extra despistado que parece casual, pero que tiene un gran peso visual. De hecho, los protagonistas principales de la película son en realidad actores algo conocidos en Japón por interpretar a yakuzas en películas de género, con lo que para el que los haya visto en otras películas, aquí la ironía de verlos convertidos en sus propias versiones humorísticas es mucho mayor (incluso tenemos algunos cameos importantes, como el de Tak Sakaguchi haciendo de simple comensal).
Poco os diremos de su director Yoshihiro Nishimura (Tokyo gore police, Helldriver) que no os hayamos dicho ya, uno de los directores japoneses actuales más extremos; pero aquí se ha dejado llevar por su amor al ramen (¡y la película te da unas ganas tremendas de comerte uno!) y por querer hacer algo más estúpido de lo habitual.
En definitiva, una película de humor absurdo japonés con sus personajes raros y su guion rocambolesco y bizarro; muy alejada del gore al que nos tiene acostumbrados su director, pero igual de extrema que el resto (en otro sentido).
- Lo mejor de la película:
¡Una de Nishimura apta para todos los públicos!
- Lo peor de la película:
Una de Nishimura apta para todos los públicos…
Que pena no poder ver ya a Asami en estas películas.