Crónicas del Festival de Sitges 2018: Séptimo día

Festival Sitges

Como cada día, empezamos hoy con la crónica de lo que vimos y vivimos ayer en el Festival de Cine de Sitges, ya casi en la recta final del festival, pero un día con mucho cine asiático y con bastantes sorpresas positivas. Empezando por una lluvia intensa a primera hora de la mañana que casi nos impide llegar al Auditori para la primera sesión, pero por suerte paró pronto y el resto del día fue perfecto.

 

Como hemos dicho, nos levantamos bien pronto para ver la primera sesión del día y es que, aunque ya sabíamos que Burning no era nada de cine extremo, nos daba un poco de curiosidad por ver esta película, aunque cada año nos pasa igual con este tipo de películas, la vamos a ver y no nos disgusta, pero creemos que no tienen nada que ver con el festival, y es que está bien rodada y nos cuenta una historia más o menos original, pero es un completo drama hasta la ultimísima parte en la que se llega a convertir en thriller más o menos insinuado, poco más.

 

Seguimos para no perder el ritmo sin salir del Auditori y con una película que parecía divertida: Assassination nation, y en verdad sí que es bastante divertida y extrema, su único problema es tener pretensiones de crítica social, con un tema de actualidad y bastante polémico, pero mostrándolo de una forma muy sencilla y convirtiéndose en una película que te lo tiene que dar todo bien masticado; eso para un público como los milenials de USA seguro que está muy bien, y hasta los estudiantes que había en la sala lo pasaron genial, pero para un público inteligente como el de Sitges, es un poco infantil; por suerte, si te olvidas del mensaje y vas sólo a reír y disfrutar, la película tiene suficiente sexo y violencia como para pasarlo bien.

 

Festival de Sitges
El original equipo de Fonotune

Después de comer nos disponemos a ver un poco de Noves visions, porque no hay que hacerle un feo a nada y menos siendo una película Filipina como Bamboo dogs, pero con la barriga bien llena y una película en la que no pasa nada; con unos policías y unos maleantes dentro de una furgoneta hablando de temas banales, con una fotografía en la que la mayor parte del tiempo sólo se ve oscuridad y unos personajes que no nos atraen para nada, acabamos haciendo la siesta, despertando al cabo de un rato para darnos cuenta de que no ha sucedido nada mientras dormíamos y todo sigue igual que lo dejamos; una película para nada de Katanas y Colegialas.

 

Y para no escarmentar, después de ésta, seguimos con otra dentro del espacio Noves visions: Fonotune an electric fairytale, que esta vez nos atrae más ya que, aunque venga de un director alemán, una película que trata sobre la importancia de la música en el fin del mundo y lo hace a través de música japonesa (tanto pop, como rock, como más electrónica) por supuesto que nos interesa. Flipamos sólo de ver el equipo de rodaje, con los actores y el gran Guitar wolf que vienen a presentarla (por desgracia no podemos quedarnos al Q&A posterior); la película en realidad casi no tiene mensaje más allá de lo que ya hemos contado, pero tiene un imagen muy potente y una música genial, por desgracia, casi toda es sólo con ruido blanco, la música es sólo para algunos momentos muy puntuales y cortada rápidamente, si hubiera sido con música continua, la habríamos disfrutado muchísimo más.

 

Vamos con el plato fuerte del día, y es que aunque Throw down tenga unos años ya, Johnnie To nunca falla; una película muy suya y muy definitoria del cine de Hong Kong de los ‘90 y principios de los 2000, con una trama más bien sencilla (aunque con algunas sorpresas) y una película basada sólo en sus personajes, en las desgracias de la gente corriente y en cómo se puede superar todo con optimismo y ayuda; en general una película que te deja satisfecho al salir del cine.

 

Y para acabar, un thriller coreano, no sin antes ver un corto de acción australiano muy simple, pero con una buena acción  basada en las películas asiáticas. El plato fuerte de la sesión es Believer, la adaptación coreana del ya clásico de Johnnie To que también pudimos ver en Sitges, Drug war. Una película en verdad muy parecida, con algunas escenas copiadas exactamente de la original, pero también debemos decir que está hecha con maestría y que tira un poco más por el lado de personajes extremos (o más increíbles) y por el drama personal, en vez de buscar la acción (de la cual tampoco tiene mucha); eso sí, con un final completamente distinto, muy coreano todo él.

 

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