Hoy seguimos con otro de los clásicos de Takashi Miike que teníamos pendientes, y es que es un director que, incluso redescubriendo sus películas antiguas, no deja de sorprendernos. Hemos visto Graveyard of honor (Cementerio yakuza), una de sus películas en realidad no de sus primeras épocas, en las que le encantaba hacer películas de yakuzas, sino un poco más adelante, cuando ya tenía mucha más experiencia como director y se atrevió a adaptar un clásico del género como éste, dirigido originalmente por un maestro del género como Kinji Fukasaku (Battles without honor and humanity, Cops vs thugs); la historia es muy parecida pero hay bastante diferencia en la manera de enfocarla. La película original se convirtió en todo un clásico, pero ésta sin duda, ha sabido llegar a la altura y creemos que es todo un peliculón. Se ve que la película está basada en una historia real, aunque no sabemos cuánto tiene de verdad y cuánto de espectáculo.
Es la historia de un yakuza bastante salvaje, que entró en la banda por salvar a su jefe de joven y se ganó el respeto con las misiones más duras, gracias a su agresividad. En una de las misiones, en la que debía matar al jefe de una banda rival, acaba en la cárcel, hermanándose con el jefe de otra banda y dejando fuera a una prostituta con quien se habían encariñado. Al salir de la cárcel con un carácter aún más huraño de lo habitual, enseguida se mete en líos otra vez, y ahora les da la réplica a unos lugartenientes de su banda, lo que acaba en discusión y pelea; una pelea que dirigirá sus pasos hacia su jefe al que, por un malentendido acabará apuñalando (aunque no matando). Después de eso sólo le quedará esconderse, pero al cabo de un tiempo y harto de algo que no va con su personalidad, aceptará que ya está muerto y decidirá vivir a lo grande lo que le queda de vida, apostando, buscando mujeres y peleas… y acabará enganchado a la heroína, lo que le supondrá más problemas y fallos irreversibles que acabarán con él definitivamente.
Para los fans del director, lo primero que queremos hacer es advertiros de que incluso con un argumento así, no se trata de una película violenta, divertida y llena de excesos y bizarradas; sino que ésta es una de sus películas serias, bastante violenta, eso sí, pero no excesivamente sangrienta o fantástica; con una violencia más bien realista y definitoria de lo que es en realidad el mundo de la yakuza (y no ese concepto molón que todos tenemos en mente).
Es imposible no comprarla con la versión original, en la que lo que se quería era representar los problemas de la sociedad japonesa después de perder la Segunda Guerra Mundial, lo acabada que estaba la sociedad y todo lo que se tenía que hacer para sobrevivir; la historia en general y la vista de la sociedad en particular eran sus dos pilares. En esta nueva versión, lo que más prima es el narrar un típico descenso a los infiernos o a la locura de alguien que ya empieza mal, pero que acaba de la peor forma posible; así que se centrará más en su protagonista y en sus sentimientos, intentando comprenderlos (que no aceptándolos como correctos).
Al ser una película seria y en realidad poco dada a lo espectacular, a Miike sólo le queda la opción de una buena dirección para destacar un poco, para que no se convierta en una más; y la verdad es que aquí nos muestra todo su talento, no sólo lo que ha aprendido en sus anteriores películas y en todo el cine de yakuza que ha dirigido anteriormente, sino en todo el cine clásico que ha visto y entendido a la perfección. La película carece de un estilo correcto o cuidado, al contrario, es sucia, carente de ritmo, cruda y bastante verosímil; lo que para un personaje como éste le va a la perfección, es justo lo que necesita para mostrar esa locura o ese infierno personal.
Bien acompañado por un buen actor como protagonista como Goro Kishitani, porque la película lo requiere, Miike busca aquí un nombre poco conocido, que no se pueda asociar a otro personaje fuerte, pero un actor que sepa estar a la altura.
Cómo ya sabréis a estas alturas, Takashi Miike (Dead or alive, Crows) es uno de nuestros directores favoritos y siempre que vemos una película suya, antes debemos pensar, será una bizarrada, un live action por encargo, una película seria y perfectamente dirigida o algo completamente estúpido? No todas las opciones nos acaban gustando, pero en casi todas sus películas hay algo de característico que nos deja enganchados; aquí el director vuelve a sus inicios de yakuza eiga, y lo hace para mejorar lo que hizo anteriormente.
En definitiva, una de las mejores películas de Takashi Miike, al menos en cuanto a concepto y dirección, olvidaros de sus gamberradas, pero no de su violencia inherente y de sus personajes viviendo al límite; creemos que aquí podéis encontrar algo único en su filmografía, pero siguiendo su estilo.
- Lo mejor de la película:
Toda la evolución y definición del protagonista.
- Lo peor de la película:
Querer ver un Miike de los más comerciales.