La película que queremos reseñaros hoy es otra de las grandes esperadas del pasado Festival de Sitges, y es que Sion Sono es otro de los directores japoneses que siempre dan que hablar, hagan lo que hagan, y más cuando uno se entera de que tiene una aventura en Hollywood y que la interpretará Nicolas Cage, siempre es algo muy esperado. La película en cuestión se llama Prisoners of the Ghostland y es una de las películas extremas japonesas de este año podríamos decir que otro western asiático, así que no podíamos dejar de hablar de ella; aunque ya antes de verla venía con algunas malas críticas, pero nosotros nos dispusimos a verla con la mente completamente abierta y la verdad es que no nos ha parecido tan mal como la pintaban.
En un futuro lejano, una tierra post-apocalíptica asolada por la radiación nuclear y casi devastada por completo deja espacio a pequeñas localidades como Samurai Town, dónde un villano lidera su propio sueño hecho realidad con un pueblo que mezcla la estética samurai con la del western, con muchos súbditos a sus órdenes, pudiendo controlar o matar a quien quiera y con un gran harén de chicas. Cuando una de sus chicas es secuestrada por los habitantes del exterior, no se le ocurre otra cosa que liberar a un presidiario muy peligroso y pedirle que vaya a rescatarla; para asegurarse le pondrá un traje explosivo que le volará sus partes vitales en pocos días o cuando maltrate física o psicológicamente a su chica. El presidiario da rápidamente con la banda que tiene a la chica del gobernador, pero no será nada fácil rescatarla, en parte porque ella está inconsciente, también porque las bombas de su traje empiezan a explotar y finalmente recordará traumas de su pasado relacionados con este caso que le dejarán reflexionando.
Seguro que os suena bastante el argumento, correcto, es una copia bastante burda de Rescate en Nueva York, pero por supuesto lo que cambia aquí es la ambientación y el propósito de la película en sí.
Para empezar os diremos que, aunque tenga un buen dinero invertido en ella, no es una superproducción al uso, sobre todo por su enfoque, no trata de buscar al máximo público posible ni de hacer las cosas bien, sino que es la típica película basura y bizarra que quiere arrancar la risa del espectador más orientado a este tipo de cine, que quizás en un primer momento no ha calado nada, ni siquiera a su público objetivo, pero que estamos seguros que dentro de unos años se convertirá en una película de culto; recordad nuestras palabras…
En cuanto a la ambientación, son pocas las películas que saben mezclar con sabiduría el western y el chambara (Miike lo consiguió en Sukiyaki western Django), y no es difícil, porque los dos géneros parten de la misma base, pero en sitios distintos del mundo. Pues ésta tampoco ha triunfado mucho en eso, y mira que se Sono se ha esforzado en dar lo mejor de los dos mundos, pero le ha quedado algo súper barroco y cargadísimo de cosas sin sentido, poniendo algunos elementos de cada cultura al azar, sin intentar conseguir una mezcla armoniosa y todo lleno de colorido y mega extravagante. Con eso quizás ha conseguido que la película sea aún más bizarra de lo que esperábamos, pero de un modo quizás algo infantil.
Y, por supuesto, el reclamo principal de la película, que es Nicolas Cage, que como ya sabéis últimamente ha desistido de querer hacer cine convencional y se dedica mucho a cine basura o a películas para públicos minoritarios y un poco locos. Pues aquí lo podréis ver haciendo el panoli como nunca, con su traje de cuero, montado en una pequeña bicicleta, luchando contra samuráis… Pues bueno, un poco como lo vemos últimamente, pero más exagerado en todo. Y al final, lo que nos ha convencido mucho más que su protagonista, ha sido poder volver a ver a Tak Sakaguchi (Versus, Aragami) que ahora se dedica a hacer pequeños papeles secundarios, pero que es un placer encontrarlo allí dónde salga.
Pues hay muchas cosas que no funcionan en esta película: se intenta darle un estilo y más bien acaba en lo contrario, hay muchas cosas sin sentido o subtramas sin explicación, al final no deja de ser una copia, no es ni de coña tan extrema como parece, incluso en algún momento se hace un poco aburrida, la elección de Sion Sono (Tokyo tribe, Tokyo vampire hotel) tendría que haber sido muy acertada para un proyecto como este, pero ni de coña nos ha demostrado lo que puede hacer como en otras de sus películas.
En definitiva, por supuesto, estas cosas vistas en un festival siempre ganan mucho, pero debemos deciros que incluso así su primer visionado nos ha dejado un poco fríos, comparado con el resto de la filmografía de Sion Sono. Igualmente, no nos cansaremos de decir que en unos años ésta se va a convertir en película de culto, ni que sea por pensar como se han dejado tanto dinero para hacer una cosa así.
- Lo mejor de la película:
Por supuesto, como siempre, nuestro Tak Sakaguchi.
- Lo peor de la película:
Pensar que Nicolas Cage convierte una película en cine basura de culto.
Podría haber sido muchísimo más desfasada.