Hoy queremos reseñaros un clásico del Pinky violence, ya sabéis, ese cine japonés de los ‘70 que reunía sexo y violencia de una manera tan explícitas, que no se había visto antes fuera de los circuitos más cerrados, pero bueno, podéis leer más del género en nuestro artículo. Hoy tenemos para todos vosotros Sex and fury, una película que quizás no marcó el género ni aportó nada nuevo, pero que quedó marcada para la posteridad como una de las mejores y más definitorias del pinky violence; después vino seguida de una secuela llamada Female yakuza tale, pero ya os hablaremos en unos días de ella.
Es la historia de la hija de un reportero, ya de pequeña matan a su padre a cuchilladas y ella se queda sola, aprendiendo la vida de la calle y a buscarse la vida con los pocos medios que tiene y sus armas de mujer, con pillaje, hurtos, trampas en el juego, incluso con peleas; esperando algún día encontrar a los asesinos de su padre y poder vengarse de ellos. En un momento se cruzan en su vida varios personajes, un rebelde que había intentado acabar con un político importante, al que ayuda a escapar, un samurai que muere dejándole a sus manos una suma de dinero para su hermana con la promesa de qué ella la vigilaría… por todo eso viaja a Tokyo en busca de la chica; pero antes encuentra a su antigua banda, que le enseñó todo sobre la calle, a un político depravado, de nuevo al rebelde, unos espías británicos y, por supuesto, a la chica a la que venía buscando, pero metida en un burdel y a punto de perder la virginidad, por lo que Ocho (nuestra protagonista) tendrá que usar su astucia para recuperarla intacta. Después de arreglar varios de estos problemas, acaba encontrando a uno de los asesinos de su padre, quién le conducirá a los otros dos, no sin antes desatar una buena espiral de violencia para poder matarlos a los tres.
Parece que la película sea muy sencilla y típica, una simple historia de venganza de una chica que quiere dar con los asesinos de su padre, pero no os dejéis engañar, la trama no tiene nada de simple; aunque su eje narrativo sea algo típico, son las subtramas, todas las historias que giran en torno a ella con elementos comunes que no lo son tanto y un montón de personajes que van cruzando sus vidas, cada uno de ellos con unos objetivos muy distintos, pero con un final común.
Pero tampoco es la historia lo que hace de esta película diferente a las demás; por una parte, y sólo por haberos dicho que pertenece al género Pinky violence, ya habréis descubierto que las características básicas que definen la película son, como bien dice su nombre, el sexo y la violencia en muchas de sus formas, tanto torturas, como asesinatos, violaciones, luchas a katana… y por otra parte, y diferenciándola un poco del resto de películas de la misma época y género (que se definían por ser producciones baratas y rápidas), vemos aquí un buen trabajo de dirección, con un estilo muy definido y una clase por encima de lo normal; eso sí, con una narración un poco apresurada para cumplir con la hora y media de rigor y poder concluir todas las subtramas, y con alguna que otra escena sin mucho sentido en la película, que no encaja con la historia ni con el resto de escenas, pero que nos sirve para, por ejemplo poner una lucha de Ocho contra un grupo de asesinos a katana limpia o alguna violación que otra para aumentar las escenas de sexo.
Con todo esto tenemos una película que consiguió destacar entre un gran número de producciones muy parecidas que se hicieron en esa época, y que ha llegado a convertirse en película de culto por saber reflejar en un mismo sitio el estilo y el concepto agresivo de una época, además de, como muchos pinky violence, usar el sexo y atraer sobre todo a un público masculino para en realidad, reivindicar la fuerza del género femenino y las armas de mujer que son mucho más poderosas que cualquier hombre, cosa no muy bien vista en Japón en esa época (aunque ahora tampoco parece que haya mejorado considerablemente el tema).
Todo esto fue dirigido por Norifumi Suzuki (Killing machine, Girl boss gerilla) un director de la época utilizado en varias ocasiones para pinky violence y que cuenta en su haber con algunos de los mejores ejemplares del género que aquí utiliza muchos elementos de y para otras de sus películas; pero no habría sido nada sin su protagonista Reiko Ike (Girl boss guerrilla, Terrifying Girls’ High School: Lynch Law Classroom ) una de las musas del género, y por algo será.
En definitiva, una película con todo el sexo, la violencia y la sangre que podáis necesitar, pero sin ser exageradamente desagradable y con un estilo de dirección impecable, no es una de las más definitorias del género ya que se sale de los parámetros, pero un must para todo buen cinéfilo.
- Lo mejor de la película:
Su estilo, sobre todo reflejado en la lucha final.
- Lo peor de la película:
Como siempre, los actores occidentales.