El cansancio y el sueño ya nos empiezan a afectar un poco, y es que ya llevamos tres días en el Festival de cine de Sitges intentando ver el máximo número de películas asiáticas posibles (o al menos las que queríamos) y alguna otras que nos hacían gracia; pero ayer vimos alguna que otra maravilla, por lo que estamos muy contentos de no salir del cine.

 

Empezamos muy pronto por la mañana, y no por ver algo imprescindible, sino por buscar una película interesante con qué llenar huecos, y así nos metemos en la proyección de The greasy strangler, una paranoia que más parece de humor inglés que de USA, pero de todo lo que hemos visto, podríamos decir que es la película más absurda, idiota y aberrante en lo que va de año, una tontería para que los más frikis se rían, pero supongo que insoportable para quien no le guste el humor más absurdo.

 

Y seguimos con nuestra apuesta de Malasia para el festival, Interchange es una historia que mezcla perfectamente realidad y ficción, thriller y mitología, desesperación y fantasía. Una película con una atmósfera especial que nos transporta a otros mundos sin salir del nuestro, y todo sin necesidad de recurrir a artificios, efectos especiales ni tonterías. Todo un pequeño acierto a reivindicar, pero que será difícil que nadie pueda ver fuera de festivales especializados.

 

Por la tarde tenemos una cita con Dante Lam y su última película, Operation Mekong, con una sorpresa especial y es que el propio Dante Lam vino a presentárnosla al Retiro y muy feliz de vernos allí (aunque no fueramos demasiado público). La película es un film de acción sin mucho más, algo parecido a The viral factor, una operación policial real con sus preparativos y sus acciones, pero con unas escenas filmadas excelentemente, creando un espectáculo increíble con el uso de cámaras, ángulos, etc. y consolidando a su director como uno de los mejores directores mundiales de cine de acción.

 

Y ya por la noche, una de las asiáticas más esperadas del festival The wailing, el último trabajo de Na Hong-Jin, y la verdad es que si en sus primeras películas podríamos decir que creó un subgénero dentro del thriller coreano, en esta se vuelve a inventar y huye de todas las películas hechas actualmente (que nos parecen casi todas iguales) para reinventarse de nuevo y conseguir crear un thriller muy psicológico que deja de lado mafias, policías, etc. para empezar con unos asesinatos normales, pero poco a poco ir mezclando la historia con algo mucho más paranormal, lleno de espíritus y sucesos extraños que el público no hubiera esperado nunca; por si fuera poco, con un final muy impactante; toda una maravilla.