Ya sé que no solemos reseñar películas clásicas a no ser que sean muy extremas o muy sorprendentes; no decimos que esto vaya a cambiar, sí que nos gustaría entrar un poco más en el cine “más o menos” clásico extremo; el hecho es que queríamos homenajear a un actor como mínimo muy carismático que murió hace poco y le dedicamos unas reseñas esta semana. Empezamos por A colt is my Passport, quizás no la película más destacada de Jo Shishido, pero sí un buen ejemplo de lo que era el cine de yakuzas en los ’60 y, a nuestra consideración, una gran película, aunque este no fuera su principal objetivo.
El protagonista es un asesino a sueldo al que una facción de la yakuza le encarga matar al líder de su oposición. El trabajo no le cuesta mucho y justo al acabar se dirigen al aeropuerto para desparecer junto con su ayudante, pero los hombres del capo muerto le estarán esperando, por lo que no le quedará más remedio que seguir con el coche hasta una población de costa e intentar huir en barco; allí se esconden en un motel de camioneros que suele servir de guarida para fugitivos. La facción que los buscaba ahora hacen un pacto con la que los contrató, así que nuestros protagonistas se quedan sin ayuda y perseguidos por todos para vengar la muerte del capo; a su vez, el asesino va cogiendo cariño con la chica que regenta el motel, un cariño recíproco lo que hará que al final hasta decida fugarse con ellos, pero la yakuza tomará al ayudante como rehén y a nuestro protagonista no le quedará más remedio que enfrentarse a ellos en un combate a muerte a campo abierto.
Esta es una de las películas que en un principio se planificaron como algo de Serie B, una producción de la Nikkatsu para acompañar en las sesiones dobles de los cines a sus grandes apuestas; en esta ocasión incluso se decidió rodar en blanco y negro (cosa que ahora le da un plus de calidad). Pero como sucedía en muchas ocasiones, el director se motivaba demasiado y, en poco tiempo, con un guión muy básico y con poco dinero, conseguía unos resultados mucho mejores de los esperados, aplicando toda su maestría en el arte de hacer cine. En esta ocasión no es que la película se haya convertido en un clásico, pero todos los que la hemos visto coincidimos en que podría haberlo sido de tener la publicidad adecuada.
Aunque sea una típica película de yakuzas, ésta tiene mucho más, ya que bebe mucho del género western, no sólo por la música, sino también por los enfrentamientos cara a cara con pistola; esos tipos tan duros, callados y que sólo piensan en sobrevivir; mujeres que quieren un tío peligroso en su vida… incluso algunas secuencias son muy típicas de western. Pero también el argumento es completamente típico de yakuza eiga, todo el estilismo es muy japonés, incluso el estilo cinematográfico es completamente japonés ya que, aunque se trate de un thriller de acción, el ritmo y el desarrollo de la historia es bastante lento (la película es corta, pero la historia que cuenta tampoco tiene mucho, así que todo se va alargando poco a poco); las escenas de acción, aunque sean duras y violentas, no se caracterizan por su velocidad y sus cambios constantes de cámara como sucede actualmente, sino que siguen siendo escenas con planos alejados, muy bien planificadas y buscando más el impacto visual general que no un impacto directo y fácilmente olvidable.
Con todo esto y teniendo en cuenta que la película sigue perfectamente todos los tópicos del yakuza eiga (el anti héroe, un poco de romance, fuertes valores a lo samurai, etc.), podríais pensar que se trata de algo bastante rutinario y sin aportar nada al mundo del cine. Quizás para los amantes del género que hayan visto muchas películas de yakuza pueda ser así, pero para los que sólo tenemos conocimientos básicos, ésta puede ser no sólo un buen referente, sino también una película más que simple entretenimiento, que parece que sea simple acción, pero que encierra dentro de sí un estilismo muy cuidado y característico, una acción de cuidado y sobretodo un protagonista con mucho carisma, que bien podría haber tenido su propia saga de películas. Por supuesto gracias también a la interpretación de Jo Shishido (Branded to kill, Gate of flesh), experto en interpretar a tipos duros y con la menor expresividad posible, pero incluso así, marcando bien como son y ofreciendo el máximo carisma en pantalla.
En definitiva, si queréis ver una buena representación del cine yakuza en los ’60, ésta es una buena ocasión, una película con todos los aspectos esenciales del género, pero añadiendo elementos de western y un protagonista que gustará a cualquier espectador; con un estilo tan impecable que hasta nos olvidamos de que la estamos viendo en blanco y negro y una acción digna de las mejores películas policiacas. Con una gran calidad, pero asequible para todo tipo de público.
- Lo mejor de la película:
Sin duda la escena final roza la perfección.
- Lo peor de la película:
Que no tenga un guión algo más trabajado.