Como esta semana no tenemos grandes novedades destacadas de cine asiático extremo, aprovechamos y nos vamos con algunas películas que teníamos pendientes desde hace mucho tiempo y que nunca nos da tiempo o opción de comentar, empezando por uno de nuestros subgéneros favoritos, el Pinky Violence. La película que reseñamos hoy es uno de los clásicos japoneses de los ’70 que marca un poco la definición de cine asiático extremo: Zero woman – Red hancuffs, una película sobre la cual, seguro que conocéis el poster y habéis visto más de una adaptación posterior, pero que no todo el mundo ha podido ver como es debido.
Es la historia de una chica que trabaja para la policía, pero de una forma no muy convencional, atrapa a los maleantes, pero con sus propios medios, sin dudar en utilizar la violencia aunque sean personas de alta influencia o protegidas; por sus irregularidades acaba en la prisión, pero la sueltan de nuevo para una nueva misión que sólo ella puede cumplir: un matón acaba de salir de la cárcel y se ha reencontrado con su banda, para celebrarlo han violado y secuestrado a una chica en el campo, pero resulta que esa chica es la hija de un tipo importante y metido en la política, por lo que su padre contacta con la policía no para que organicen el pago y rescate, sino para que maten a todos los implicados y el caso no se sepa de ninguna manera. Ella empieza contactando con el líder, haciéndose pasar por una maleante, aunque no la crean y acaben abusando físicamente de ella; más adelante, jugando con su astucia, con los contactos en el exterior y con su fuerza y destreza, los va liquidando uno a uno hasta que sólo quede el psicópata del líder.
Al deciros que es una película de movimiento Pinky violence ya sabéis lo que os vais a encontrar en ella: muchas chicas enseñando carne, violaciones y otros abusos sexuales, mucha violencia, tipos malotes que dominan el cotarro, empoderamiento femenino (aunque parezcan películas básicamente machistas), una protagonista infalible, algo de gore, etc. Y esta película no os defraudará en eso, tiene todos los argumentos del género e incluso más.
A decir verdad, la historia no es gran cosa, pero la película no se basa en eso, sino que lo más importante es su protagonista y su ambientación, eso viéndola ahora, en su época el objetivo era muy distinto, simplemente hacer una película de bajo coste, con una guapa protagonista y que mostrara todo el sexo y la violencia posible para llegar a un público muy concreto.
Lo que nos ha dejado más convencidos ha sido esa estética tan de los ’70 que ahora se ve como algo retro, pero también como una época con mucho encanto y en la que todo era posible (un poco el espíritu hippie), no sólo como ambientación, sino que también con esa incorrección política, esos personajes tan extremos y esa música japonesa increíble (cantada por la propia protagonista) muy parecida a la de otros pinky violence, pero de la que tampoco nos cansamos nunca.
El otro factor es su protagonista femenina, Miki Sugimoto (Girl boss gerilla, Terryfiying girls school) ya todo un clásico del género y nuestra favorita de todas las películas de este estilo, que no sólo interpreta a una chica dura e independiente, a la vez dejando que abusen de ella y enseñando todo el cuerpo sin pudor, sino que aquí crea a un personaje icónico de la época (tal como Miss Scorpion en su momento), con sus ropas rojas y sus rojas esposas tan peculiares que actúan como su arma principal. Una chica guapa, pero poderosa y, aunque mucho digan que es una película para hombres, nosotros creemos que el tema principal es el poder de la mujer sobre los hombres. La película no tuvo continuación directa, pero el personaje era tan potente que a finales de los ’90 se hicieron varias películas más con el mismo personaje, con distintas actrices y distintas historias (y todas orientadas al contenido sexual, aunque más contenidas que ésta).
A parte de eso, pues como siempre, tenemos una buena dosis de sexo, violencia, violaciones, algo de gore bastante bestia, unos comportamientos humanos muy al límite, unos malos malísimos y unos buenos que no lo son tanto, acción, etc.
En definitiva, todo un clásico del Pinky violence que ningún aficionado al cine asiático extremo debería perderse, con un concepto y unas imágenes bastante duras y provocativas y un personaje que ha trascendido a la historia del cine (aunque no tanto como se merece).
- Lo mejor de la película:
Todo, este tipo de películas, aunque ahora estén mal vistas, nos encantan.
- Lo peor de la película:
Algún actor secundario bastante malo y unas actuaciones en general muy exageradas (japanese style).